Bastó con un día, una hora,
y una madre luchadora.
Uno de los momentos más gloriosos,
el milagro de la vida,
en ese entonces,
el milagro de mi vida.
Pensar que fue como lo deseaste,
siempre lo pediste,
tener como última bendición,
tu única hija mujer.
¡Qué día mas pesado para ti!
en ese entonces ama de casa,
y sin pensar, tu propia médico.
Atendiste sin ayuda alguna tu parto,
no estabas segura, de sí lo lograrías,
solo pensaste que después de tus anteriores partos,
este no tendría mayor dificultad.
Y sí, tuviste parte de razón,
ya que no fue doloroso,
aunque por poco pierdo mi vida,
fuiste tan valiente de no solo dármela,
sino también de salvarme.
Ese 18 de agosto,
pensaste que sería un día común y corriente,
pero te diste cuenta, de que fue,
un día maravilloso...
Aquel en el que me viste nacer.
JS

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