martes

No es sólo cerrar los ojos

Cierta vulnerabilidad suele invadirme,
lo curioso es que estés tú 
cuando ella aparece al iniciar la tarde.

Debo admitir que siempre pensé
que eran ridículos aquellos
que se conmocionaban con el amanecer
al lado de alguien.

Ahora no imaginas cuán ridícula 
me siento.

No es el hecho de dormir por dormir
con la persona querida,
es el hecho de cómo las caricias,
los abrazos, uno que otro beso 
robado o no, 
se convierten en la felicidad momentánea
más grande del día.

El hecho de darle tantas vueltas a la cama,
para que al amanecer le tengas en tus brazos.

Y qué decir de los cientos de mundos
que esa persona deja que inventes en su espalda,
¡Dios! Que cosa tan maravillosa,
el perderte en esa gran cantidad de poros
que componen su piel.

Ahora, cómo poder olvidar la manera
en que le llenas la noche de besos,
que son ese tipo de besos que pasan 
por todos tus conductos sanguíneos,
besos que realmente dices,
son del corazón y quiero que allí mismo
los sienta.

Todo esto siendo el prefacio 
a una noche llena de sueños,
que en mi caso,
se realizan al amanecer del siguiente día.

JSC


JS





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