Están los sitios que llevan tu esencia,
por su aroma, sus colores y el cielo que cargan a cuestas.
Están los pasos por las calles de piedra,
esas calles que en cada kilómetro llevan tus risas.
Están las cosas que aún no he aprendido,
como a hablar el idioma que tus labios susurran.
Están los árboles andantes,
aquellos que en el andar del viaje nos miran verdes.
Están los libros que no se han abierto,
las letras que en tu cuerpo no he leído.
Están los brazos que amanecen,
cuando los días y noches hielan.
Están los tragos fuertes y amargos,
que esperan por ser disfrutados.
Están las noches estrelladas,
con las que se ve mejor la vida.
Y por último está el sonido de mi piano,
que te regalo junto a sus acordes,
acordes que llenan de tus voces la habitación.
JS
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